miércoles, marzo 22, 2006

silencio (I)


El silencio también es lenguaje. En latín existen dos expresiones para referirse a él: silere y tacere. El primero refiere a un ser silencioso, a un acto pasivo; el segundo a un silencio activo, la acción de callar algo. El problema aparece cuando no se lee el silencio de otro, de eso tratará esté post.

Hay personas que hablan mucho y en realidad no es que conversen, dialoguen o discutan apasionadamente y con infinidad de argumentos: hablan demasiado. Es como una hemorragia, como un corte en la yugular que no se puede controlar y derraman y chorrean palabras por doquier, y te pueden tener horas escuchándolos si es que no tienes el valor de mandarlos al carajo. A ellos les recomiendo que comiencen su blog en donde encontrarán prácticamente las mismas características de un receptor pasivo: silencio y paciencia. Además les sirve para ordenar sus ideas y dejar de repetir las mismas anécdotas una y otra vez. Bueno, estas personas tienen una extraña compulsión por el habla, aunque pienso que es más bien el terror al silencio.

Es extraña la necesidad de decirlo todo: la oralidad en extremo. No entiendo a aquellas personas que se hablan hablándoles a otras personas, de hecho me parece mucho más normal y respetuoso aquello de hablar solo, porque además ¿no es acaso pensar el conversar con uno mismo? Cierto, hay personas que necesitan escuchar algunas cosas para entenderlas, que por más que las lean o las piensen no las entienden hasta que las escuchan. Más raro aún. Supongo que después de lo visual, el sonido.

No hay momentos para el silencio. No hay momentos para comunicarse a través del silencio, sino que está esa compulsión por hablar, de rellenar espacios en blanco de manera obsesiva, de taparlo todo con palabras. Algunos optamos por la música como una forma de decir “no quiero hablar”, pero tampoco es un no querer sino un “no es necesario que hablemos…siempre”.

Ya no se enseña el silencio; el silencio es la incomodidad y también la no-producción. Me gusta lo que dice Foucault en una de sus tantas entrevistas sobre el “desarrollo del silencio como un ‘ethos’ cultural”.

Ciertamente que estas personas que hablan en demasía no ven el silencio: lo ocultan. Si el otro no es capaz de hablar no les interesa, porque la batalla no es con ese fantasmal otro sino contra el angustiante silencio. Por supuesto, existen momentos de silencio en compañía de otros, pero el desagrado es tal que caen en distintas estrategias para rehuir: tics, vicios, etc. ¿Será que hay algo de muerte en el silencio?...los cementerios son conocidos popularmente como el “patio de los callados”.

Esto da para más.

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