No puedo dejar pasar el detalle de la puntualidad: a las 21 horas en punto se apagan las luces y comienzan las casi dos horas de éxtasis. Entonces te das cuentas que equivocarse es la sorpresa: para bien o para mal, como cuando crees que no te queda dinero y encuentras esa moneda que te devuelve la sonrisa, y es lo que me pasó. Ya en la primera canción estaba nervioso por lo que estaba escuchando, que sinceramente sonaba mal, pero claramente mal a un nivel de excelencia. Aceptable para la primera canción, luego todo mejoró. Anneke tras terminar finalizar Liberty Bell, tema con el que abrieron, advierte que tiene problemas con su garganta y que no podrá llegar a los altos…supongo que fue una broma, porque si puede cantar mejor a como lo hizo sería… ¡demasiado!
El poder de una banda se mide cuanto están sobre el escenario. The Gathering definitivamente se lleva bien con el escenario y transmiten una energía aterradora. La voz, la guitarra, el bajo, la batería, los teclados y ocasionalmente voz y segunda guitarra, más la simplicidad de la iluminación y un público que casi hizo llorar a la cantante, hacen que te pierdas en un abismo y que además te sientas feliz, con esos cambios de ritmo que te despiertan y te llevan de un lado para otro, pero con una exquisita sensibilidad.
Así paseamos por distintos discos. Pude reconocer Mandylion, How to measure a planet, On most surfaces más las canciones nuevas que derivó en un respetable en estado catatónico: se viene un manjar. Pero insisto con el The Gathering sobre el escenario y el de estudio: no son comparables. Si no vuelven antes que termine el año nos matan.
La historia del Teatro Caupolicán (ex Monumental y ex Caupolicán) con el rock es de mucho power y creo que ese espíritu contaminó a los holandeses. Una noche absolutamente increíble.
PD: señorita M, aún no puedo cerrar el post prometido…mil años de disculpas.
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