lunes, abril 03, 2006

tabaco


Como fumo tabaco necesariamente tengo que comprar papelillos. Alguna vez tuve esa chilenisima sensación cada vez que iba a comprarlos, pero duro poco. El punto es que como todo uso se adquieren ciertas prácticas o mañas: tienes tu marca de papel favorito, tu tipo de papel, tu casero o casera, y el ritual de fumar deja de ser ese simple acto de comprar una cajetilla, abrirla y fumar.

La primera vez que compré papel liquorice pensé lo obvio o concreto: papel licorizado…de licor, o sea, bañado en algún licor y claro, todo bien (el licor como estilo de vida). Pero las obsesiones pueden más, me puse a investigar y ahí supe que se trataba de una raíz media dulzona de medio oriente, y que dichos papeles estaban dentro de la categoría papeles con sabor, categoría muy discutida dentro de quienes fuman. Es algo así como si le echas azúcar o no al café.

Lo divertido de todo esto es que hace tres años que lo sé, es decir, hace ya tiempo que se venden este tipo de papel y lo siguen vendiendo como papel licorizado. Bueno, nunca me han dicho directamente que es con alcohol, pero se deduce del tono con que te lo venden. Es algo más o menos así:

Consumidor: ‘quiero papel Rizzla color naranja’
Vendedor: ‘¡ah! Papel licorizado ¿cuántos?’

Supongo que cuando diseñaron los paquetes y los clasificaron por color fue para hacer más fácil la venta. Al menos es lo que ocurre con la marca que compro. Si se fijan en el paquete se darán cuenta que es en el ínfimo costado donde se indica que es liquorice, es decir, no es vendido como tal sino como un color. El comprador sabe de qué se trata y con eso basta, ya que es un público objetivo bastante reducido y por ende informado. Aquel que compre por primera vez se verá en el inevitable “descúbrelo por ti mismo”.

Pero por qué licorizado. Supongo que es más fácil de pronunciar. Sin embargo, me preocupa el tonito del vendedor cada vez que pido el papel, no por lo que piense o por cómo me defina y encasille, más bien por el día que descubra (si es que el tono indica eso) que lo que creyó que vendía nunca fue tal. Como a muchos vendedores de santiago creo que nunca le va a importar.

Por el momento sigo con mi doble mal hábito.

(Tengo pesadillas con el Messenger. Quizás sea una de las herramientas del anticristo…o quizás sea el mismo anticristo)

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