lunes, abril 24, 2006

grunge


~ Esta se la debía a la Ara…o sea, le dije que escribiría sobre esto ~

Siempre me ha llamado la atención eso de “yo escuché/leí/vi eso antes que se pusiera de moda”, en sus distintas versiones y/o formas, que básicamente remiten a un tema de temporalidad respecto a otros

Me parece pretencioso ya que implica saber en que está el resto del mundo, lo que me hace pensar inmediatamente en una maquinita que mida el ego.

Por supuesto, hay instancias en que puedes jactarte de cosas así. Por ejemplo, una peli que nadie ha visto y no que tienen idea de su existencia…como en la luna. Otra, es cuando conociste al ahora objeto de moda en su nacimiento mismo, algo mucho más escaso, a menos que seas productor de hollywood o algo así, porque en Chile…

Otra cosa es la utilidad de dicha declaración de exclusividad. ¿Cuál es el objetivo? ¿Qué busca demostrar? Es como si tu viejo te dijera que él escuchaba a los Beatles antes que tú, acompañado del gesto despreciativo de rigor por haber nacido tiempo después. O sea, que onda.

Bueno, todo esto a propósito de mi regreso a Nirvana, un proyecto inconcluso precisamente por este tipo de estupideces. Cuando estaba en el cole teníamos la costumbre de mensualmente comprarnos un casete (o caset), muchas veces a lo que la oreja juzgaba. Se debe entender que en aquel tiempo, en Iquique, información sobre música para chicos semi punkies alternas no existía, por lo que encontrar un casete ad-hoc era utópico o algo demasiado caro, por lo que teníamos que recurrir a la música que distribuían las empresas nacionales.

A veces ocurría que te podías encontrar con algo interesante. Recuerdo cuando encontré el Psalm 69 de Ministry con un título que nadie podía pronunciar y que en su interior tenía el track list de…¡Fernando Ubiergo! Todavía lo tengo.

Pero volvamos con Nirvana. En una de las visitas mensuales a la disquería nos encontramos con el Nevermind (de que Bleach me hablan). Escuchamos la primera canción y lo compramos. Sonaba bien, tenía algo del punk que escuchábamos y con eso ya era suficiente. Pero claro, en aquel tiempo existía una palabrita con mucha fuerza: poser. Quizás hoy se siga utilizando, pero desde que deje el sectarismo me da lo mismo y de hecho creo no haberla escuchado. El punto es que si te hacías merecedor de aquella palabrita podías terminar incluso a combos. Tanto o peor como que te sacaran la madre.

Así terminó mi relación con Nirvana, devolviéndome arrepentido a los brazos de mi secta, tratando de olvidar que en algún momento me gustó aquel disco.

Esa es la triste historia.

1 comentario:

Larcos dijo...

No sé si el contexto es el correcto, ni el lugar es el apropiado, pero aprovecho este espacio para decirles, amigos míos, que sí, tengo debilidad por el pop (musical y literario) y?..es malo que te gusten músicos o escritores que venden obsenas cantidades de sus cosechas?..supongo que no, aún así un inevitable atisbo de vergüenza asoma en mí cuando me sé una canción (en general mamona) que todos saben, o cuando me preguntan que leo y les muestro un libro de Dan Brown, Grisham o King por ejemplo...
Tontos conflictos...