sábado, abril 15, 2006

gulliver


La compulsión nocturna por leer me llevó a encontrar entre viejos papers este antiguo dibujo de una antigua -y hoy desaparecida (¿¡dónde estás!?)- amiga. Creo que corresponde a la época Tim Burton. Vieja vida.

Lo anterior ocurrió después de Gulliver. No voy a contar la historia de las entradas que me la reservo para el cara a cara. No es la gran historia, pero igual puede salvar en alguna ocasión. Ya la estoy probando, y digamos que está en etapa de maqueta. La idea es que tenga un argumento central que, dependiendo de la persona y la ocasión, se adapte a cierto género, por ejemplo, comedia, terror (acabo de recordar una escena que da mucho miedo), romántica o drama, entre otras.

Todo partió mal en la boletería del metro, lo que me retrasó y casi provocó la deserción de mi acompañante. Digo acompañante porque yo estoy contando la historia…se entiende.

Luego toda una serie de cosas que no hice para evitarlo, pero felizmente estaba esperándome…y supongo que odiándome. En fin, ya no se puede confiar en un SMS.

Llegamos a tiempo y directo a tercera fila. No podía ser mejor, y eso -casi siempre- resuelve cualquier animosidad por culpa de un retraso a tu favor.

De ahí, Lorca y Cía.

Cuando volvíamos no dejaba de pensar en la obra y llegué directo a escribir lo que se me ocurría (como buen Viernes Santo había que recogerse temprano. ¡Ja!), pero en realidad prefiero que la vean y luego conversemos.

Bueno, igual mencionaré algunas cosas: el trabajo de las voces de Teresita Iacobelli es increíble; la estructura en donde se desarrolla la obra y como, en conjunto con la iluminación, crean distintos espacios; el sonido mismo; las actuaciones, entre muchos detalles técnicos, argumentales, lecturas, sub-lecturas, etc., etc., etc. Sin embargo, me quedo con el resumen de Flor: muy linda.

Una advertencia: si van, no lleven niños y no olviden apagar el celular.

(Recordé otra frase: el pequeño dictador)

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