Comienza todo con el primer tecleo. La hoja en blanco manchada y lo inevitable de continuar. La duración no depende de la cantidad de palabras escritas; pueden ser hojas y hojas manchadas y tan sólo decir una cosa.
Esta la comida china que me hace beber prácticamente un litro de agua, mientras observo como el libro que compré hoy en la tarde me pide a gritos que lo lea…bueno, no es el libro…y escucho la palabra bravery y no la entiendo.
Claro, no es el libro, porque alucinar no es lo mío. Sí lo es la adicción a ciertas cosas…o palabras. Droga es solo una palabra.
Esta la serie cínica, insensible para los sensibles; relativista; nihilista, pero finamente conservadora para cierto gusto. Polos y más polos; opuestos; contradicciones. El punto es que no deja de sorprender…claro, podría no hacerlo y de vuelta a lo mismo.
Y luego comienza a molestar el blanco de la página. Es necesario seguir manchando no diciendo absolutamente nada, solo manchas y manchas. Palabras como manchas, caracteres como manchas, letras y manchas. Escribir es manchar, ensuciar.
Esta el recuerdo de un juego de chico: repetir una palabra hasta dudar si está pronunciada correctamente. ¿La repetición como duda? Funcionaba, y en grupo tenía un efecto increíble.
Una droga no es una adicción; una adicción es una droga.
Esta el grupo punk. Es demasiada paranoia gritan, porque hay que tener una razón. Siempre hay que tenerla.
Luego Bodies [fucking bloody mess], i’m not an animal. De todas maneras lo british la lleva. Siempre por delante de sus cachorros estadounidenses. El punk lo inventaron ellos y ni hablar del pop. Claro, dirán que el rock no, pero siempre lo ha podido mejorar o aceptar aquello que los cachorros rechazan para luego devolvérselos más impuestos y una feroz patada en la raja…conservadores pero no estúpidos.
Otro recuerdo: aquel actor en aquel café de estética retro hablando de sus esperanzas en la nueva serie a la que había sido llamado. Y luego está el éxito y el llamado a cuanta novela se hizo…el renacer de un postergado sería un título demasiado cursi.
Todos tenemos un jean favorito y hoy el mío duró exactamente quince minutos. Todavía no descubro con qué lo manché.
Esta esto que no tiene final y que podría continuar hasta el cansancio o infinito o el deseo de seguir escribiendo y puntuando y diciendo cosas que en realidad sólo sé que se escriben o quieren llenar este blanco vacío y silencioso. Y podría seguir y seguir y seguir y seguir y seguir…