lunes, julio 31, 2006

el ombligo como centro del universo


¿Cuál es el límite de la tolerancia? ¿Cuál es límite de la estupidez? ¿Dónde comienzan cada una de estas ideas? ¿Cuándo dejan de ser ideas?

Leía sobre la “puerta maldita” que abre Rodríguez-Zapatero en España y como –según el decano- el pueblo español nuevamente se dividió. Por supuesto es la versión de un diario que quiere olvidar lo que también acá sucedió.

Pero lo que llama la atención es la incapacidad para afrontar temores o divisiones. Cierto, cada vez que hablo de lo que paso acá, es como si todo el odio y la energía de quienes murieron, desaparecieron, fueron exiliados y quienes tuvimos que comernos la mierda de sistema que impuso un gorila se apoderara de mi cuerpo, entonces me resulta intolerable cualquier tipo de argumentos banales o, porque no decirlo, estúpidos, tanto, que terminan haciéndome ‘insoportable’. Bueno, entonces es difícil dialogar con gente así.

Quizás el diálogo no sea posible sin reglas claras. Más que derechos humanos pienso en la idea de sociedad. Vivimos juntos, nos tenemos que soportar y por ende tenemos deberes respecto al otro con el fin de hacer de esta vida algo un poco más soportable. Al contrario, los derechos son como el ombligocentrismo: todo me pasa a mí y todos deben responderme. Un dato para la causa: si no te hablo, no existes.

Supongo que el miedo a la puerta maldita es el miedo a reconocer diferencias, negociar y no tener que llegar al uso de la fuerza. Como leía en una entrevista a Julio Jung, quizás alguien deba pararse en una plaza madrileña (omito concientemente Barcelona) y gritarles: ¡maricones!

Un poco es el tema de la delincuencia en Chile. La sensación de temor no es más que eso: sen-sa-ción. Es como el miedo a que mañana te caiga un meteorito en la cabeza. Entonces, alguien debe pararse en esas manifestaciones anti-delincuencia y gritarles: ¡maricones!

Estúpidos son los que piensan que matar gente, hacerlos desaparecer o torturarlos se puede justificar con eso de “o eran ellos o éramos nosotros”, como estúpido es pensar en que hoy estamos mejor que antes. ¿Quiénes están mejor?

Veo una foto y nuevamente la adrenalina. Plaza Italia, Argentina. Nueve chicos duermen sobre una rejilla de ventilación del metro (o subte) mientras por su lado pasa un chico de unos nueve años, vestido con chaqueta y pantalón de tela, quizás con corbata, paseando a su impecable perro de raza. El gesto del chico es el de controlar a su perro que se acerca olfateando a los chicos que lucen sucios, pero indiferentemente dormidos frente a la limpia y distinguida visita. De fondo la ciudad se ve vertiginosa y moderna.

Siempre he dicho que tolerancia no es más que una palabra, y lo sigo creyendo. No puedo ser tolerante con lo que leo en un panfleto (¿neo-nazi?) que ve marxismo (¿stalinismo?) por todos lados y habla algo sobre ser chileno. Como si el capitalismo fuese tan chileno y el reverso positivo del ‘comunismo’, cuando al fin y al cabo son lo mismo: fascismo.

A veces el mundo coincide: un diario de derecha, uno de pseudo-izquierda, una revista de cultura, un panfleto, una revista sobre drogas y una de música independiente. El punto es qué lees y cómo.

4 comentarios:

damiatron dijo...

"diferencia consentida", ni los de allá se pescan ni los de acá se pasan, pero mientras los de allá esten allá y los de acá, acá... el inexistente tolerante no es que "finja" tolerar, es que el weon de al lado le importa un soberano (______x_______). (esos españoles? que Inti les importo una wea? no los tolero). [La historia del niño con el perro está pa relato!]

virgen del hemisferio izquierdo dijo...

cai otra vez.. demonios

Larcos dijo...

despues de salir del cementerio solo me queda escupir tierra..

virgen del hemisferio izquierdo dijo...

perdon.. se llama globalizacion y la ciencia que lo estudia es la globologia... jejee