lunes, mayo 15, 2006

hormigas I

Corriendo llego a la estación del metro y descubro que no había saldo en mi tarjeta. Miro las cajas y no están las largas filas, lo que detiene el insulto casi reflejo.

Pago, paso la tarjeta e ingreso al mundo topo y frouterista de las 18:30 en Santiago. Decir sardinas en lata no provoca ninguna gracia.

Pienso en el error de la tarjeta como la causa de todo…o bueno, como la puerta a lo extraño que ocurrió; el observar cómo se transmite algo, porque la transmisión de una gripe es más bien un proceso imaginativo –pero no menos real- que tus ojos puedan ver…pero ¿¡hormigas!?

¿Cómo pueden salir tantas hormigas de la chaqueta de un señor sin que este se dé cuenta? Una, dos, tres…suben por la espalda…allá vuela una con la repentina frenada…nueve, diez…”Estación de gran afluencia” y el señor se acerca peligrosamente a mi posición. Las hormigas descubren que las observo y llaman a otras. Quieren llegar a donde estoy y para eso deben cruzar otros cuerpos. Siguen saliendo.

En un momento pienso que no puede ser cierto, que es tan irreal como las moscas luminosas de esa noche de tanto leer. Miro el cuerpo que se encuentra a mi costado derecho que se sacude…otra hormiga volando. La chica de la izquierda tose, se lleva la mano a su boca…muerte de hormiga por inmersión.

Sigue subiendo gente y siguen saliendo hormigas. Del cuello y ahora de ambas mangas. La chaqueta es su colonia, no es la casualidad de haberla dejado en el pasto o el choque con una planta; es su hogar y ahora me odian.

3 comentarios:

damiatron dijo...

ODIO LAS HORMIGAAAAS!!!!!
[me pica todo ahoraa, X'(((...]
Una en el brazo...! en la cabeza... EN EL OJOOO! X((((

damiatron dijo...

naaay! ya ocurrio otra veeez!

Alquimio dijo...

ffffiiiiiuuuuuu eso de la paranoia¡¡¡